martes, 17 de noviembre de 2009

domingo, 15 de noviembre de 2009

martes, 10 de noviembre de 2009

RETOS DE LA EDUCACION

La educación del siglo XXI debe replantear su misión y visión. El mejorar y expandir la ciencia educativa es un mandato y una necesidad. Implementar su cambio es más complicado dado que esta disciplina está en continua evolución, es dinámica y continuamente está incorporando nuevas prácticas y conocimientos. Pero sobre todo, el mayor reto es el de ayudar, apoyar y guiar al individuo en la necesidad de apropiarse del conocimiento.

Los saberes, hoy en día, están a disposición de todos pero éstos, infortunadamente, son cada vez más especializados. El individuo debe prepararse para comprender y explicar cómo funcionan las cosas, cómo se conectan los saberes. El conocer es continuo e interactivo; por lo tanto, los procesos de enseñanza-aprendizaje deben serlos también. ¿Estamos realmente preparando a nuestros estudiantes para enfrentar su mundo laboral?, ¿Se requieren nuevas prácticas o saberes para ellos? ¿De qué forma y en qué podemos los docentes actualizarnos para apoyar el proceso de aprendizaje de nuestros estudiantes? Las innovaciones tecnológicas han creado un sinnúmero de oportunidades a los docentes para aprender y actualizarse. Mediante su uso ya son muchos los docentes que han aprendido a implementar y mejorar sus procesos de enseñanza y práctica educativa y han puesto su conocimiento al alcance de todos. Pero, ¿están éstos alcance de sus estudiantes?

El estudiante de hoy en día plantea un reforma a nuestras prácticas educativas en cuanto la información que se le da, cómo y cuándo se le imparte. Los estudiantes no sólo tiene otras habilidades y sueños sino necesidades muy diferentes a las que nosotros enfrentamos. El trabajo de la educación debe ser compartido con aquellos a quienes va dirigida. De ello depende su éxito. El conocimiento en este momento debe ser construido por los integrantes que participan en este proceso. Esto puede ser posible y una experiencia exitosa con la mediación de la tecnología y abordada desde las diferentes teorías pedagógicas.

Cada día se hace evidente que los jóvenes de hoy en día requieren habilidades intelectuales de mayor nivel: una sólida capacidad para la comunicación, conocimiento sobre recopilación de información y análisis, habilidad para las relaciones interpersonales, así como para el aprendizaje, creatividad y pensamiento crítico (Poole, 1999). Por lo tanto, los esquemas tradicionales educativos que provienen del siglo XIX que aun caracterizan nuestras instituciones y prácticas debe ser eliminada. Si el objetivo es enseñar a los jóvenes lo que se hace en el mundo real, es evidente, que este conocimiento no se va a transferir y construir en los ambientes de aprendizaje actuales y menos bajo las circunstancias actuales en las que el individuo está completamente inmerso en la tecnología, cuya mayor ventaja es la de conectar al individuo con su realidad.

Mantener el control es uno de los grandes retos para los docentes; sin embargo, ¿quién tiene el control? El gran reto debe ser cómo incorporar a nuestros estudiantes a nuestra clase, cómo convertirlos en agentes activos y constructores de conocimiento. El salón de clase debe dejar de ser ese campo de batalla en el que hay un ganador si apruebas los exámenes. Cada vez es más urgente que el estudiante comience a experimentar su realidad y enfrentarse a situaciones que el mundo laboral enfrenta en esta época; no sólo porque lo más probable es que cuando este individuo salga al mundo laboral, el trabajo para el cual ha sido preparado ya no exista sino porque de otra forma nunca alcanzará la competencias necesarias que aseguren su supervivencia y la de la sociedad, frente a unos problemas que no son suyos pero que debe, de cualquier forma, enfrentar.

Por otra parte, los estudiantes de hoy no son estudiantes pasivos; son jóvenes sociales, impacientes, que requieren interactividad y experiencias, entre otros (Bullen, M. 2009). El ignorar estas cualidades de nuestros estudiantes, los excluirá del mundo que los rodea y no les permitirá ser ciudadanos productivos ni conservar la sociedad a la cual pertenece.

Oliver Wendell Holmes (1809 – 1894) dice, “La mente que se ha expandido por una nueva idea nunca regresa a su dimensión original” (Citado por Poole, 1999). Ciertamente, el reto es enorme. Pero está en manos de los educadores promoverlo. El estudio y la práctica reflexivos de su práctica pedagogía deberá no sólo mejorar su práctica sino también le mantendrá una actitud abierta hacia ese mundo cambiante que viven sus alumnos y, le aportará las herramientas necesarias para integrar esos cambios a su práctica laboral; como resultado, lograr la formación integral del hombre.

REFERENCIAS

Bullen, M (2009). Tomado el 30 de octubre de 2009 de http://www.slideshare.net/markbullen/elearning-vio-viejo-botella-neuva
Poole, B. (1999). Tecnología Educativa. Educar para la sociocultura de la comunicación y del conocimiento. McGraw Hill, España.

martes, 3 de noviembre de 2009

Moviéndome hacia E-learning

Sin el ánimo de excusarme por mi baja participación en el curso o de criticar la metodología utilizada, esta semana me he estado cuestionando varios asuntos que han surgido durante el curso, y que me han hecho cuestionar mi práctica docente en esta modalidad. Estos asuntos van desde abarcan el rol del facilitador, el estudiante y el mismo proceso que conlleva el aprendizaje en línea.

Necesito partir evaluando la premisa que una de las grandes ventajas de esta modalidad de estudio es el tiempo. Si bien esta modalidad permite a sus participantes tener acceso en cualquier momento a los contenidos y actividades propuestas, y dedicar la cantidad de tiempo que cada participante necesite para lograr los objetivos personales, es para mí una de las grandes limitantes para alcanzar los objetivos (los propuestos por el programa, el facilitador, los compañeros, o el propio integrante). ¿De qué depende este manejo de tiempo? Para mí, son muchos los factores que influyen en el manejo de tiempo entre los cuales se pueden incluir el tutor o facilitador, el estudiante, las actividades propuestas, la metodología, etc.

Tomemos las actividades propuestas por el tutor en primer lugar. ¿En qué medida está el tutor realmente consciente del tiempo que requiere los integrantes del curso para cumplir las actividades que estima llevarán a sus estudiantes a lograr los objetivos que inicialmente se planteo para el curso? Creo que la primera falla de un curso en línea está en no contemplar y tomarse la molestia de realizar todas y cada una de las actividades propuestas para el día, la semana, el mes – o como se haya organizado el curso. ¿Cómo estamos midiendo el tiempo que cada integrante debe tomar para realizar dichas actividades? ¿Nos estamos tomando la molestia de realmente leer ese artículo, ver ese video, y sumar los tiempos que les tomará a los integrantes del curso realizar las diferentes actividades propuestas? Me hago esta reflexión porque esta queja es muy frecuente entre mis estudiantes. “Profe, es que el tiempo no me alcanza”, me decía el otro día un estudiante quien hacia una comparación con el curso anterior a este. ¿Qué cambio? Este semestre decidimos incluir un descriptor de actividades en las que se incluyen las actividades mínimas que los estudiantes en un curso presencial deben realizar. Es decir, para mí, el mínimo de trabajo para mis estudiantes en modalidad virtual está establecido por el número de actividades que debe cubrir un estudiante en modalidad presencial. ¿Es ésta una medida justa frente a la dificultad que ya implica no tener un guía permanente? Adicionalmente a las actividades planteadas por el planeador, solicitamos a los participantes participar en foros, publicar un ensayo, contestar las evaluaciones valorativas de lectura o escucha, etc. (vale la pena aclarar que se trata de sólo una, máximo dos, tareas por semana). Si bien no pedimos a nuestros estudiantes sus anotaciones o mostrarnos evidencia de lo realizado durante la semana (trabajo que muy pocos realmente hacen), es muy curioso que los estudiantes sientan el curso más pesado que un curso regular. Creo que se hace necesario en cualquier actividad que se proponga dar los tiempos estimados que el estudiante debe tomar en dicha actividad, mas no con el ánimo de establecer límites y violar esa ventaja de flexibilización que aporta el aprendizaje en línea.

En segundo lugar es importante contemplar la metodología del curso. Este curso me ha guiado realmente por una experiencia del aprendizaje social y el compartir el conocimiento. Sin embargo, he experimentado una gran frustración que se ha degenerado en un sentimiento opresor y de desasosiego (overwhelming) frente a la abundancia de recursos e información. Por un lado está la lectura y exploración de los 6 – 8 recursos sugeridos, todos muy importantes e interesantes sin lugar a duda, pero pesados y extensos para abordar en una sola semana. Adicionalmente, esta la exploración de los recursos que el propio integrante debe buscar para ir contestando sus propias inquietudes e interrogantes. El leer en computador, para mí, no es fácil y resulta ser una tarea extenuante. Aun cuando poseemos herramientas útiles como Diigo que nos permite ir subrayando, haciendo anotaciones al margen, etc. no me resulta tan sencillo volver a esas anotaciones y recobrar el hilo de lo que venía leyendo la noche anterior. Adicionalmente a los recursos sugeridos por el docente, están aquellos que los integrantes del curso sugieren y que en algún momento intente leer para tener una opinión informada de lo que estaban leyendo. Resultó imposible seguir el ritmo de artículos sugeridos y, siendo sincera, renuncie a hacerlo dado que terminé atrasándome en mis actividades. Ante este maremágnum de información lo único que se puede hacer es tratar de ser selectiva y tratar de vislumbrar lo que más o menos se acerca a mis intereses.

Por otra parte, está el publicar semanalmente una reflexión argumentada frente a estos recursos. Si bien es un ejercicio muy útil, resulta una labor muy ardua. ¿Por qué resulta difícil? Por una parte hasta hace muy poco se comenzó a fomentar el escribir; por lo tanto, no me siento preparada para escribir y mucho menos para dar a conocer y someter mis pensamientos al escarnio público. Las pocas experiencias que he tenido escribiendo han sido frustrantes y han dejado una marca de desagrado ante esta actividad. (¿Será que existe en el mercado un curso que le enseñe a escribir o se nace escribiendo bien?) Sea como sea, el tratar de demostrar el grado de apropiación del material sugerido de forma estructura y comprensible es difícil. Para mí, debería existir una lectura previa de un agente externo de los documentos producidos antes de darse a conocer, por lo menos para valorar la coherencia y cohesión del texto. ¿No sería adecuado implementar la metodología de par académico para estos cortos, pero sustanciosos, artículos?

Finalmente, está el comentar los diferentes artículos producidos por los integrantes del curso. De nuevo enfrento impotencia frente a la cantidad de información producida (y sólo somos 20?) semanalmente, respeto y temor por los argumentos presentados. ¿Qué tan informada estoy frente a lo que mis compañeros están publicando? ¿Qué tan inteligente sonará mi comentario frente a lo que él/la ya leyó y se informó para escribir dicho comentario? Si bien he aprendido muchísimo de sus aportes semanales, me he divertido y reflexionado leyendo sus argumentos y compartido su opiniones y preocupaciones, aún no me siento con autoridad para comentarlos.

Si bien entiendo el propósito de la metodología utilizada nuevamente me pregunto, ¿cómo se puede lograr un ritmo de trabajo ante tanta actividad semanal?, ¿Qué tanto espera el tutor – finalmente soy un estudiante – que logre realizar durante la semana? Pero más importante aún es ¿qué tanto realmente estoy aprendiendo? O ¿Será que solamente estoy acumulando información exponencialmente, como lo plantea Brey en la Sociedad de la Ignorancia? Supongo que deberé esperar a que termine este curso para realmente evaluar qué tanto aprendí, qué tanto puedo implementar en mi practica docente o si solamente soy una analfabeta funcional. ¿Por qué hasta el final? Porque el tren de actividades que se sucedieron, se sucede y están por suceder no parará sino hasta que deba.

Finalmente, el aprendiz. ¿Cuánto tiempo esta un estudiante realmente dispuesto a estudiar de forma independiente? Un estudiante me comentaba que le era difícil encontrar un ritmo de trabajo frente a una serie de actividades propias de su estudio que ve más urgentes. ¿Urgentes? Sí, porque son presenciales y debe rendir cuenta de ellas a la hora siguiente, al día siguiente, a la semana siguiente, y como el curso no le exige realmente una presentación de sus labores frente al tiempo, se “deja colgar” en las actividades propuestas. ¿Cuántos de nosotros no nos hemos visto también en esta disyuntiva? Si bien me he propuesto dedicar todas las noches al menos dos horas para la lectura y el trabajo de la maestría, me he encontrado en algunas ocasiones frente a tareas laborales o familiares que no dan espera. El ritmo propio de la vida diaria, lamentablemente, atropella y es nocivo para este tipo de formación en donde no hay realmente quién lo fuerce a seguir adelante, a leer más, a participar más. No existe sino unas fechas, muchas veces flexibles debido al tipo de curso o imaginarias, que marcan un final, pues lamentablemente en la educación formal todo debe tener un final.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Uso de la tecnología como apoyo al aprendizaje

En el poco tiempo que llevo experimentando con las TIC como herramientas que apoyan los procesos de aprendizaje y enseñanza tanto en clases presenciales como en clases hibridas se ha hecho evidente que los medios, por si solos, no mejoran la enseñanza o el aprendizaje. El docente debe tener muy claro qué medios tecnológicos deberá utilizar, cuál será su funcionalidad, cómo los adaptará, cómo los introducirá, cómo apoyará los diferentes procesos, etc. Así como lo expresa González (2000), (citado por Fandos (2003:116)) “las funciones que pueden desempeñar los medios en una situación didáctica pueden concretarse en su capacidad innovadora, motivadora, estructuradora de la realidad, formativa y solicitadora y operativa”. A la luz de los objetivos, el docente debe definir qué medios utilizar y cómo incorporarlos a la enseñanza.

Siguiendo las ideas de Romero (2002) sobre la incorporación del ordenador en el aula, he organizado la implementación de varios de los medios tecnológicos en un curso hibrido que dirijo en este momento.

Concepción del medio educativo Destinatario Uso educativo
LMS Estudiantes Acceso flexible a la información y fácil transporte de datos
Canales de comunicación
Tiempo y esfuerzo en la realización de los trabajos
Docente Gran capacidad de tratamiento y almacenamiento de la información
Canales de comunicación
Interactividad y automatización de tares
Salas virtuales y software de mensajería instantánea (Skype, MSN Messanger, etc) Estudiantes Canales de comunicación
Canales de socialización
Docente Canales de comunicación
Canales de realimentación
Programa para grabar y editar sonido Estudiantes Canales de comunicación
Docente Canales de realimentación
Plataforma para ver y compartir videos, fotos (youtube, you send it, etc) Estudiantes Acceso flexible a la información y fácil transporte de datos
Canales de comunicación
Tiempo y esfuerzo en la realización de los trabajos
Docente Gran capacidad de tratamiento y almacenamiento de la información
Canales de comunicación
Interactividad y automatización de tares


Los medios de enseñanza seleccionados deben variar conforme con el modelo de enseñanza seleccionado. Si el docente tiene como objetivo proveer ejercitación y práctica, por ejemplo, los ejercicios prácticos que se encuentran en grandes cantidades en internet es probablemente el medio tecnológico que utilizará. Estos permitirán adiestrar al estudiante en los contenidos vistos y reforzará aquellos contenidos que se deseen. Teniendo en cuenta la organización de la clase un video bean, por ejemplo, es más adecuado para clases numerosas, mientras que en clases más reducidas puede utilizarse el ordenador. Atendiendo la pertinencia de los objetivos didácticos planteados, los medios empleados para reunir y organizar hechos serán muy diferentes a los utilizados para identificar problemas y desarrollar soluciones. Estos objetivos didácticos influirán por consiguiente con la actividad a desarrollar. Es decir, que para cumplir el primer objetivo muy seguramente el estudiante deberá consultar la información requerida en red, base de datos, etc. y organizarla en un mapa mental empleando software organizacional como mind manager.

¿El potencial de disrupción de la tecnología es aprovechado? ¿Su uso impacta de alguna manera las estructuras y relaciones de poder en el aula? ¿Se podría hacer más? ¿Tendría sentido hacerlo?

Si bien son muchas los medios tecnológicos que se pueden emplear con un propósito pedagógico, su introducción en las aulas ha sido lenta. ¿Por qué? Desde mi punto de vista, son varias las razones. En primer lugar, el uso de las diferentes herramientas está directamente ligado a la capacidad del docente en usarlas. El aprender a manejar nuevas herramientas tecnológicas requiere de disciplina y de querer trabajar en procesos virtuales. Lo que he podido observar en algunos de mis compañeros es que aun no logran adaptarse e integrarse a pesar del esfuerzo de la institución por proveer entrenamiento en diferentes medios tecnológicos. Por un lado, el aprender a hacer les toma tiempo y esfuerzo que muchos no pueden ofrecer debido a las diferentes ocupaciones que tienen. Muchos, por otra parte, se quejan de que los procesos de planificación, diseño, evaluación y realimentación son más largos, copiosos y complicados, y son un esfuerzo que la mayoría de sus estudiantes no valora o accesa.

Desde mi punto de, los medios tecnológicos se han, principalmente, utilizado por los docentes como herramientas de almacenaje y reposición de información y de práctica y refuerzo y no han tenido mayor protagonismo en los salones de clase. Si, por el contrario, han influido grandemente las relaciones y las estructuras en los cursos híbridos o virtuales, permitiendo enriquecer los procesos de enseñanza-aprendizaje propios de estos contextos. El no hacer esfuerzos por fomentar los medios tecnológicos mediados por estrategias pedagógicas fuertes seria incrementar el analfabetismo tecnológico y no llegar si quiera a la barrera de lo que Brey, Innerarity y Mayos (2009) llaman los analfabetos funcionales.

lunes, 19 de octubre de 2009

Rúbricas

Las rúbricas son, sin duda alguna, una de las herramientas educativas que más beneficios aporta a sus usuarios. En primer lugar, permite al docente tener una aproximación del desempeño cualitativo y cuantitativo de sus estudiantes y facilita la realimentación. En segundo lugar, permite al estudiante identificar los parámetros por los cuales será evaluado, evidenciar su desarrollo (dentro de unos parámetros establecidos por el docente, el programa, la institución académica, etc.) y promover el auto aprendizaje. En tercer lugar, promueve el aprendizaje colaborativo entre pares. Sin embargo, creo que uno de los grandes problemas de las rubricas es que tienden a encasillar a un estudiante dentro de unos estándares prefijados y preestablecidos, que en algunos casos no contempla el verdadero desarrollo y complejidad de los individuos que se están evaluando. De cualquier forma, son mucho más sus ventajas que sus desventajas.

Leyendo detenidamente los diferentes criterios de la rúbrica para este curso, me temo que en este momento me siento en un nivel inicial en todos los aspectos que ésta evalúa. Evidentemente, un estado al que desearía llegar es al adelantado. Sin embargo, el desarrollar las habilidades de escritura, por un lado, y el de profundizar en los conocimientos para poder aportar y construir nuevos significados son dos metas que veo aun lejanas. Para mí, el desarrollo de las competencias de escritura es un proceso complejo y toma tiempo y, a pesar de llevar ya un tiempo escribiendo formalmente, siento que aun soy muy caótica en mis ensayos. La rúbrica abarca, sin embargo, varios de los procesos que debería -al menos- encaminar a los participantes del curso al desarrollo de lectores críticos. Va desde la recolección de información, descripción, análisis, interpretación y evaluación de recursos hasta la construcción de conocimiento con pares. Es una rúbrica que sin duda alguna es pertinente para los objetivos del curso.